El niño como enfermo
Los factores para que un niño comprenda su enfermedad son: edad, síntomas, grado de dependencia a tratamiento como hospitalización, rehabilitación, dietas, restricciones lúdicas y sociales.
Los menores conceptualizan su enfermedad como a continuación se explica:
- menor de 4 años: en las primeras visitas al hospital puede creer que si no ve a su mamá, ella no volverá y teme a la separación y abandono. Es difícil que puedan distinguir entre lo real y la fantasía. Si escucha que le salió un “hematoma” puede imaginarse qué es y qué puede generar.
- 4 a 6 años: no saben aún qué es la enfermedad, temen al dolor corporal o al equipo médico, tiene periodos de llanto, enojo y desesperación por permanecer en hospital, puede rehusarse a procedimientos médicos; tienen mayor tolerancia a la separación de padres, pueden interpretar la enfermedad como castigo.
- 6 a 10 años: todas las enfermedades son iguales, es capaz de referir síntomas, causas y consecuencias, hay preocupación por separación del grupo de compañeros; perciben la enfermedad como causa externa pero localizada en cuerpo y preocupa la recuperación, es vulnerable ante el estado o muerte de otros pacientes.
- 10 a 13 años: puede diferenciar enfermedades y el concepto abstracto de enfermedad porque incluye: explicación de síntomas evidentes, síntomas aislados, proceso de curación, función de medicamentos, puede interpretar enfermedad como agresión interior (síntomas) o agresión externa (familia y equipo médico por imposición de dietas, tratamientos dolorosos y hospitalización). Si acepta la enfermedad participará en tratamiento. Si rechaza activamente será agresivo u oposicionista hacia equipo y tratamiento. Si rechaza pasivo se tornará indiferente.
En COINCIDIR atendemos a niños en las siguientes circunstancias:
- Niños con padecimientos serios pero en tratamiento curativo que tanto puede ser exitoso como puede fallar.
- Niños con enfermedades en las que puede ocurrir una muerte prematura, pero un tratamiento intensivo puede prolongar su vida
- Niños con procesos irreversibles, pero no progresivos, empeora por complicaciones y lleva a muerte prematura.
- Niños en condición de enfermedad progresiva y tratamiento exclusivamente paliativo por muerte inevitable.
Les apoyamos a comprender su enfermedad y tratamiento para que participe en su adherencia, decisiones, se adapte al entorno, identifique y exprese sus sentimientos, adquiera autoconfianza, exprese sus preocupaciones e ideas sobre la muerte. La intervención psicológica ayuda a evitar la conducta con ganancias secundarias, miedo al abandono, pérdida de identidad, conductas regresivas (mostrarse como si fuera más pequeño), dificultad para dormir, no querer comer, aislarse.