Diferencia entre Eutanasia y Suicidio Asistido
Algunos países también consideran legalmente las decisiones que intencionalmente buscan adelantar la muerte como la eutanasia (acción que realiza el médico con la administración de fármacos para causar la muerte sin dolor a petición del paciente) legalizada en Holanda, Bélgica, Colombia, Canadá, Luxemburgo y Australia; el suicidio medicamente asistido (ayuda que da un médico al proporcionar los medios en respuesta a la solicitud explícita del paciente para que él mismo realice la acción última de suicidarse) legalizada en algunos estados de Estados Unidos, Holanda, Bélgica, Canadá, Alemania y Australia; y el suicidio asistido (ayuda que da una persona a otra proporcionándole los medios en respuesta a la solicitud explícita del paciente para que él mismo realice la acción última de suicidarse) permitido en Suiza donde existen 5 asociaciones que se dedican a la difusión y ejecución con criterios muy precisos del derecho a morir con dignidad siendo accesible para los miembros de las asociaciones y solamente una recibe a extranjeros.
Contemplar las diferentes perspectivas de otros países respecto al abordaje de las decisiones al final de la vida nos ofrece un panorama actualizado que México podría considerar como guía con los referentes experimentados de Asociaciones y Unidades de Cuidados Paliativos de diversos hospitales en el mundo.
Es momento que México aproxime el debate amplio al reconocimiento de las diversas necesidades al final de la vida para ampliar las opciones de elección a una muerte digna a lo largo de todas sus posibilidades, así mismo se revise bajo los principios de la bioética (beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía) el fomento a la toma de decisiones informadas con apertura veraz e implicación de conciencia y solidaridad para con una parte de la sociedad interesada en alzar la voz a la opinión, definiendo los criterios precisos de aplicación y regulación en todas y cada una de dichas decisiones (elegibilidad de pacientes, que medios o métodos, etc.)
La sola posibilidad de legitimar la propia voluntad promueve incluso la autoconfianza y la adherencia al tratamiento por la admisión del respaldo para la etapa que precede a la muerte con la sola idea de contar con la libertad de elegir dentro de la propia escala de valores lo que cada quien explique como las mejores condiciones para vivir hasta el último momento (con el menor sufrimiento, en la casa, acompañado de familiares, etc.) no como una imposición u obligación.
Indispensable del quehacer humano y profesional es el enfrentar dilemas éticos y morales donde se ponderen siempre el respeto médico a la objeción y sobre todo el respeto del derecho a la autonomía en la toma de decisiones de los pacientes con lo que conciben como sufrimiento y calidad de vida en su sentido más estricto e individual.